La patología adquirida de la que trata nuestro caso es una celulitis juvenil en un cachorro de Labrador Retriever, macho, de un mes de edad, que presenta de manera repentina ganglios submandibulares muy inflamados, de gran tamaño y consistencia dura, con el rostro edematoso, labios, párpados y pabellones auriculares cubiertos de pústulas, además de anorexia, apatía, letargia y cojera. Su tratamiento, que se describe a continuación, fue aplicado durante seis semanas y permitió una resolución completa.
Etiología
La celulitis juvenil, llamada también pioderma juvenil o linfadenitis apostematosa, es una patología idiopática frecuente en cachorros entre las tres y seis semanas de edad, aunque también se han confirmado casos en perros jóvenes de hasta doce meses. Existe predisposición en determinadas razas como el Teckel, Labrador Retriever, Golden Retriever, Pointer y Lhasa Apso, por lo que actualmente se sospecha la existencia de algún factor hereditario , y todos los estudios indican que hay causas inmunomediadas detrás de esta patología. También puede ocurrir en cualquier otra raza o en perros mestizos. En nuestra experiencia clínica sólo hemos encontrado un individuo afectado dentro de una misma camada, aunque es frecuente que varios individuos por camada estén afectados. Al día de hoy no hay datos de si se debería criar con perros que hayan estado afectados por esta patología en su etapa de cachorro.
Lesiones
Se caracteriza por una inflamación grave de la piel, muy llamativa para los propietarios. Las lesiones asociadas son edema, eritema y pápulas que evolucionan a pústulas con rapidez en la cabeza y el cuello, especialmente en zonas de la cara como párpados, labios y pabellones auriculares; pueden llegar a aparecer fístulas y costras de mayor tamaño. La piel afectada se endurece y existe exudado mucopurulento. También puede aparecer secreción ocular mucopurulenta, así como otitis externa. En muy raras ocasiones pueden verse afectadas otras zonas, como las extremidades posteriores, la zona genital y la perianal. Los ganglios linfáticos de la zona, sobre todo los mandibulares, están muy reactivos, de gran tamaño y endurecidos, y pueden llegar a formarse abscesos, que se rompen y producen descargas purulento-hemorrágicas. En algunos casos hay linfadenopatía generalizada, aunque no es lo normal. Los cachorros afectados pueden padecer anorexia, fiebre, letargia e incluso dolor articular.
Todos los estudios realizados para detectar algún agente infeccioso, incluso para transferir la enfermedad a otros individuos por inoculación, han sido negativos. Puede aparecer una pioderma bacteriana secundaria, pero las lesiones iniciales siempre han resultado estériles. Cuando aparecen lesiones en zonas atípicas es necesario confirmar el diagnóstico con biospia de piel o ganglios linfáticos, donde los hallazgos histopatológicos indicarán celulitis piogranulomatosa y linfadenitis sin agente causal identificado. En algunos cachorros se ha encontrado anemia no regenerativa y leucocitosis con neutrofilia.
Tratamiento
Se trata de una patología inmunomediada; el tratamiento con prednisolona es efectivo a dosis de 2,2 mg/kg una vez al día, y se debe mantener hasta la desaparición de los síntomas, para posteriormente continuar en días alternos durante dos o tres semanas más. Además, se ha comprobado que el tratamiento antimicrobiano por sí solo es poco efectivo y los síntomas pueden incluso incrementarse si retiramos la terapia inmunosupresora demasiado pronto, por lo que debemos mantener esta terapia hasta que haya desaparecido completamente la inflamación, de manera que también disminuye la formación de cicatrices.
Nosotros aconsejamos tratamiento local tópico suave con champús, lociones o pomadas antibacterianas y administrar cefalosporinas sistémicas de amplio espectro como la cefalexina (20 mg/kg vía oral tres veces al día) , o la cefovecina (0,1 ml/kg vía subcutánea cada dos semanas), con lo que hemos tenido buenos resultados. Los abscesos pueden ser drenados quirúrgicamente si el cachorro estuviera muy molesto, dando así un alivio sintomático.
Aunque esta patología en perros tratados tiene un pronóstico generalmente favorable, sin tratamiento puede llegar a ser fatal.
Lo característico de esta patología es que hace que exista poco margen de error en el diagnóstico; a pesar de ello, siempre se debe descartar una demodicosis antes de instaurar el tratamiento inmunosupresor. Una pioderma grave o incluso una reacción cutánea grave podrían también producir signos similares.